Son algo fundamental en cualquier casa o apartamento, de uso cotidiano, casi que pasan desapercibidas. Aunque no debe pasar eso. Las lámparas no solo nos permiten tener una mejor calidad de luz para leer, o disfrutar de un buen momento en familia, sino que son encargadas de darle un toque de distinción y buen gusto a nuestro hogar. Es por eso que a la hora de seleccionar uno debemos hacerlo con todos los recaudos pertinentes y sabiendo que una mala elección puede ser fatal.
Con el auge del diseño, las lámparas dejaron su formato tradicional para mutar en diferentes formas, colores y tamaños. Quizás, muchos años atrás era difícil de conseguir un artefacto que nos brindara buena luz y que además sea bonito y sirva para decorar nuestro ambiente. Hoy por hoy esto es posible. Solo hay que saber buscar y poner a prueba nuestro buen gusto.
Lo que primero debemos tener en cuenta antes de seleccionar el diseño es qué tipo de luz es el que nuestra casa necesita. Podemos optar entre las incandescentes, cuya duración de 1.000 nos brindarán una luz tenue y por demás acogedora. Las halógenas, al contrario, emanarán una luz bien blanca y definida, dando una sensación de frío. Su duración oscila entra las 2.500 y las 3.500 horas. Con las fluorescentes sucede algo muy parecido. Su consumo es muy bajo, pero no logran darnos un clima de real calidez y confort.
Una vez decidido esto, si podemos centrarnos en la elección del diseño. Si tenemos un ambiente amplio y luminoso, lo mejor es elegir una lámpara que resalta, de buen tamaño y colores definidos. Esto es para darle presencia al artefacto y que se pueda lucir de la manera adecuada. Si, en cambio, nuestro ambiente es pequeño, no conviene comprar algo demasiado grande, ni con un diseño ostentoso. Y mejor si es en colores claros o pasteles.
