Las bodas

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Lo bueno que tiene todo el tema de las bodas, es que, mientras uno no forme parte de los contrayentes, todo va bien, y podrá disfrutar de ese día tan maravilloso para otros, que puede, porque no decirlo, convertirse en maravilloso a su vez para él mismo.

Una persona que acude a una boda como invitada, es alguien que no tiene compromiso alguno, más allá de saludar a cientos de personas de las que dos horas más tarde no se va a acordar, a los novios y familiares más allegados del novio, y tras esos rituales de cortesía, puede dedicarse en cuerpo y alma a actividades de diversa índole que allí se proponen.

Si el invitado es hombre, y sin querer entrar en el juego del machismo y el feminismo, y además está soltero, puede dedicar la velada a perseguir damas de honor, que son primas, amigas y hermanas de los contrayentes, sin miedo de que ninguno de los demás hermanos le quiera partir la cabeza.

Puede, si se da el caso de que sea casado o esté emparejado, dedicarse a despotricar junto con su pareja de todo lo que sea que se ve alrededor: el vestido, las flores, los colores, la comida, la abuela del novio que es una pesada de tomo y lomo, el padre del novio que del contento que lleva se está empezando a poner muy pesado…y una larga lista, que no hace sino que las personas que estén en torno a esta pareja quieran unirse a la fiesta y comiencen a su vez a despotricar de todo lo que les apetezca.

Es una reacción en cadena comúnmente conocida como “efecto Sálvame”. Si el invitado es en este caso invitada, la actividad anterior ocupará la mayor parte de su tiempo, y además empleará en ella, una saña poco recomendable si no es capaz de librarse de ella en su profesión o tiempo libre, porque imaginen una persona que además de criticona, sea médico, o abogado, y se dedique a hablar de sus pacientes o clientes…Y si, se da el caso de la persona del género femenino invitada está soltera, en la actualidad, nadie debe acogerse a engaños, se dedicará a perseguir a los amigos del novio hasta que alguno acabe atrapado en sus redes.

One comment

  1. No es siempre tan placentero estar de invitado en una boda, la gente siempre mira demasiado que ropa llevas, los malditos zapatos, los sudores varios,… yo a las despedidas voy encantada pero a las bodas… ufff, me cuesta, me cuesta! 😉

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